Tu niño pequeño puede ir de agradable a resistente en un abrir y cerrar de ojos. ¿Qué pasa? Las luchas de poder son casi inevitables en esta etapa del desarrollo. Tu niña está comenzando a figurarse que ella es una persona independiente, separada de ti. Oponiéndose a ti es una manera como ella prueba esta idea y ejercita su nueva descubierta independencia.
Afortunadamente, como el adulto, tú tienes muchas herramientas para esquivar las batallas de los deseos.
Demuestra tu empatía. Algunas veces, sólo necesita tu niño pequeño ver que lo comprendes. “Sé que no estás suficientemente cansado para una siesta”. “Te pone triste dejar el campo de juego, ¿qué no?” Eso no significa que cedes, sino que demuestra que entiendes su punto de vista.
Adviértele antes de las transiciones. Algunos niños hacen mejor que otros cuando hacen transiciones de una actividad a otra. Si las transiciones son difíciles, sabiendo que vienen puede ayudarles. Trata de usar un minutero: “Cuando suene el timbre, estaremos listos para almorzar”. O fija un límite: “Dos bajadas más por el tobogán y entonces nos vamos al auto”. Asegúrate de cumplirlo.
Observa tus palabras. Evita palabras que suenen como si pidieras permiso. “Está bien” son palabras habituales: “Tenemos que irnos ahora, ¿está bien?” (Por supuesto, tu niño pequeño piensa “¡No, no está bien conmigo!”) Es mejor decir: “Es hora de irnos”.
Ofrece opciones limitadas. Teniendo información le da a tu niño pequeño algo de control. No tiene que ser grandes decisiones (como si o no tomar una siesta), es suficiente que tenga una opinión en asuntos pequeños: “¿Cuales tres libros debemos leer?” “¿Quieres el vaso rojo o el verde?” “Una última actividad en el campo de juego: ¿Eliges el tobogán o los columpios?”
Aporta algo de imaginación. Para evitar las luchas de poder, cambia un conflicto potencial en algo divertido. Organiza un juego para recoger juguetes, ¿quién puede hacerlo más rápido? Haz una carrera desde los columpios hasta el estacionamiento. Habla con voz divertida que atraiga a tu niña pequeña y distráela de su insatisfacción.
Reduce el decir no. Sería fácil decir no todo el día a un niño pequeño: “No, tú no puedes tocar eso”. “No, no te pongas eso en la boca”. “No corras a la calle”. “¡No!” “No”. “¡Oh-Oh!” Desafortunadamente escuchando no todo el día puede activar una actitud desafiante. Por supuesto, los adultos deben poner límites para mantener a los niños saludables y seguros. Por eso, es mejor preparar un ambiente de sí que sea a prueba de niños y seguro para explorar, así que tú no tengas que verbalizar con frecuencia el no. Usa la distracción y la redirección en su lugar, o responde con humor. Guarda el no para un caso esencial, y tendrá más poder cuando tu niño lo escuche.
Da refuerzo positivo. Se siente bien recibir buenos comentarios. Cuando felicites a tu niño por un comportamiento que te gusta ver (guardar los juguetes, recordar tocar a un bebé con cuidado), estarás animando más esa cooperación en el futuro.